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044 – Una Dulce Atracción, segunda parte

    Si no has escuchado los episodios 36, 37 y 42, date la vuelta por allá antes de escuchar este.

    Historia Azul

    Por más que quisiera, el gigante no los podía ayudar, les correspondía a ellos superar la prueba solos, si es que querían continuar teniendo la habilidad de cambiar de tamaño a su antojo, de lo contrario, permanecerían del tamaño de una hormiga para siempre, bueno, no para siempre, más bien hasta superar la prueba. Las abejas no les harían daño, al menos no intencionalmente, pero en ese tamaño, el simple roce accidental del aguijón podía envenenarlos gravemente. 

    Todos se bajaron a la prisa del dragón / sortija, pues el vuelo al parecer las atraía aún más. La pequeña Natalita decidió pararse cerca de las donas que había acomodado a un lado de la mesa hacía unos minutos con Augusto, para dirigirlas nuevamente hacia lo que consideraba el espacio de ensueño de una abeja. En eso se dio cuenta de que ellas sabían claramente que las donas tenían más para ofrecerles que ella, y que simplemente curioseaban y jugaban con ellos, pues nunca habían visto personitas tan pequeñas, y quisieron conocerlos.  

    Obviamente, ninguno de ellos, excepto Augusto, conoce el idioma de las abejas, así que para todos solo sonaba un zumbido. A decir verdad Augusto se puso en complot con La Vida, y por eso no les dijo nada de lo que ellas decían antes, él entiende su gran responsabilidad como guía y acompañante, y quiere que la pequeña Natalita y sus amigos aprendan con cada experiencia lo que La Vida les enseña. Una vez la pequeña Natalita supo lo que querían, Augusto comenzó a traducirles todo, y todos se quedaron muy quietecitos, como ellas pidieron, para que los pudieran ver bien. Estaban fascinadas, no paraban de hablar de cuán lindos se veían de ese tamaño, y cuán grandioso sería tener a algunos siempre así, aunque sabían que no sería posible. Las abejas dieron unas 5 vueltas alrededor del grupo de amigos y siguieron su camino, y casi por arte de magia, los 4 pudieron volver al tamaño que tenían antes del encuentro con el dragón y las abejas. 

    Se sentaron a la mesa y contemplaron la sortija que apenas hace unos segundos había sido un gran dragón del que debían esconderse, les pareció tan diminuto, tan inofensivo. Así es con todos los retos, parecen montañas gigantes, hasta que estás en la cima y miras el camino que dejaste atrás y dices, mira, no era tan difícil na’, lo haría otra vez. 

    El gigante los subió a su mano, tanto temió perderlos, que ahora no quería soltarlos jamás, y cuidarlos, para que no corrieran peligro nunca más. Augusto le dijo que aunque quisiera, jamás le podría garantizar eso a nadie, que cada cual necesita vivir las experiencias tal cual llegan, divertidas o no. Primero lo miró triste, y los encerró entre sus manos, mirándolos por un agujero entre sus dedos con ternura; y de inmediato se molestó, a veces El Gigante se molestaba y se convertía en Olvidadizo de un segundo a otro por la molestia. 

    La molestia es un sentimiento peligroso, casi todo el que la padece, olvida casi de inmediato la Gran Ciencia del Balance. El Gigante no era la excepción y, aunque a veces regresaba del trance de Olvidadizo sin ayuda y rápido, otras veces se aislaba. A veces ayuda la intervención de otras criaturas, si de regresar a la Gran Ciencia del Balance se trata,  pero Augusto nunca interviene, no es su lugar como duende, pues sabe que cada cual debe pasar cada etapa y emoción que se le presente, aunque sí se les puede ayudar un poco en el camino. 

    Solo Augusto logró salir de entre sus manos cuando las cerró con el enojo, él siempre reacciona mucho más rápido, los demás quedaron encerrados, quería protegerlos tanto que ahora casi los asfixiaba. Creo que somos así en general, no nos damos cuenta de que tanto el amor como el odio, en exceso, ahorcan por igual. 

    Dentro de las manos apretadas, la niña de la tribu de JAN recordó, que, junto con el dragón, también vino un Guerrero Mítico que cabía dentro de un reloj. Sabía que estaba ahí, pero no sabían cómo llamarlo para pedir su ayuda. La niña de la tribu de JAN extendió su bracito, y agitándolo fuertemente logró desbloquearlo. De inmediato, la correa se soltó de su bracito, y el reloj cayó al piso. Todos se le quedaron mirando a ver qué ocurriría, pero al parecer solo creció y cayó al piso. Se sentaron en un círculo a pensar en un plan B, a decir verdad un poco decepcionados, si el dragón pudo tomar vida, ¿por qué no el Guerrero Mítico?

    Sentados planificando, escucharon un “plop” detrás de ellos, y se voltearon todos de golpe. Encontraron a una persona miniatura con ropa verde oscura, y que el reloj se había convertido en un disco que parecía un escudo. El Guerrero los miró confundido, no había hablado con nadie en toda su vida, siempre había estado dentro del reloj, practicando y practicando con su láser, esperando ese gran día en el que le tocaría usarlo por fin.  Los miró, y se decepcionó un poco, esperaba ser llamado a salir del reloj para una gran batalla, y sin embargo, frente a él había 3 niños. Después pensó, bueno, no es tan malo na’, jugamos entonces con el láser entonces. Al ver su cara de confusión, y sus intenciones de jugar, la niña de la tribu de JAN tomó el control y con tono autoritario le dijo: “no estás aquí para jugar, estás aquí para luchar una gran batalla junto a nosotros, la más grande de todas las posibles batallas, recordar vs olvidar, y después de la batalla me encantaría jugar a los láseres, por favor”. La pequeña Natalita y el niño de la tribu de JAN solo podían sonreír del orgullo, esta niña no le teme a nada, ni a los dragones, ni al cambio, ni a hablar con autoridad cuando la ocasión así lo amerita, oye, que no le teme siquiera a dar su opinión ni a mostrar vulnerabilidad, que bárbara, si solo la mitad de las criaturas de La Princesa fueran como ella, la mitad de los problemas no existirían. El Guerrero Mítico se impresionó con la actitud de la niña, y decidió ayudarlos. El niño de la Tribu de JAN les hizo señas a todos de sentarse en un círculo en el medio de la mano, y así lo hicieron. 

    El Gigante había comenzado a moverse, buscaba un escondite para colocarlos, y que estuvieran seguros por siempre, para él poder visitarlos siempre que quisiese. Augusto guiaba sus pasos sin que él supiera, en su olvido, había dejado de ver a Augusto, por eso él logró escaparse. Le susurraba a donde girar, cuanto caminar, cuando detenerse, incluso la velocidad con la que debía caminar. Es increíblemente sencillo controlar a un Olvidadizo, en todo cuanto no sea su fijación del momento, eso que los hizo olvidar de repente, por eso Augusto podía guiar sus pasos y acciones, pero no le podía decir que liberara a los niños. Asi somos todas las criaturas, nos negamos a todo, cuando de nuestra voluntad se trata, casi como una rabieta. 

    El niño de la tribu de JAN los acomodó en el círculo para enseñarles su parte del plan, es una parte del plan que solo él pudo haber creado, pues él percibe detalles de todo que a los demás se nos escapan. Es maravilloso ver el mundo a través de los ojitos de otros, es como ponerse espejuelos y ver el doble de lo que verías si estuvieses solo. El niño de la tribu de JAN, no habla tanto con los demás, eso le da tiempo de observar a su alrededor mientras los demás hablan. Mientras el Guerrero y la niña hablaban, se dio cuenta de que por lapsos muy cortitos El Gigante se distraía y abría una esquinita de la mano, y que con poco esfuerzo, podrían salir por ahí, pero necesitarían brincar desde donde sea que estuviese la mano del Gigante en ese momento.  El Guerrero Mítico sugirió utilizar el reloj de la niña para planear, al ser los 4 no creía que sería suficiente para volar como si fuera él solito, pero al menos serviría para bajar sin caer de cantazo al piso. Crearon la estrategia y se sentaron a observar con detenimiento como se abría y cerraba el pequeño agujero entre los dedos del Gigante, para aprovechar el mejor instante y salir disparados.

    Los 4 se colocaron en una fila, primero el Guerrero, después la niña, el niño y la pequeña Natalita al final de la línea, todos se amarraron con la correa del reloj, por si alguno se caía del reloj, pues nunca había el Guerrero volado con alguien más, y no sabía si aguantaría el peso de los 4. El Guerrero se acercó al agujero, mientras los demás seguían caminando por la mano, por eso de que El Gigante no descubriera su plan de escape. Esperó el momento justo en que se abrió el agujero, lanzó el reloj y saltó sobre él, mientras los demás corrían a prisa hacia él brincando en el aire, apuntando para caer sobre el reloj. 

    Augusto notó la salida del reloj al instante, y entendió el plan sin mediar palabras. Se le puso más cerca del oído al Gigante y le exhortó a sentarse en el borde de una fuente, El Gigante dudó, pues sintió su mano más liviana, pero justo antes de que pudiera reaccionar a ese cambio, Augusto se tiró al agua de la fuente y lo salpicó. Al Gigante le encanta el agua y el juego con agua, cayó sentado casi de inmediato en el borde de la fuente, listo para jugar y lapachar con el agua.

    En eso, Augusto desde el agua vio el reloj cayendo al agua, los 4 saludándolo muertos de la risa, bajando lentamente, haciendo balance como si fuera una tabla de surf, y jugando con el aire con sus manos.  Nunca habían volado así antes, y aunque no fuera exactamente volar, esa sensación de flotar por el aire jamás la olvidarían. De repente, escucharon un zumbido que se acercaba a ellos. ¡Eran las abejas! La pequeña Natalita seguía llena de azúcar, y no se podían resistir. Los siguieron desde la plaza en la que jugaban hace un rato. Querían saludarlos, y jugar con ellos una vez más. Unos segundos después de la aparición de las abejas, la pequeña Natalita y todos los amigos planeadores cayeron al agua. 

    En eso, el aroma los llevó a la mano del Gigante, donde aún quedaban rastros de azúcar, pues ya la pequeña Natalita no tenía, quedó limpiecita al caer en el agua. Augusto se distrajo tanto entre las abejas y la caída de sus amigos, que dejó de lapachar en el agua para distraer el Gigante, quien justo en ese momento, sacudiendo su mano para espantar a las abejas, notó que los niños ya no estaban ahí, y gritó enfurecido. 

    Al notar el cambio del Gigante, las abejas se decepcionaron, hacía apenas un rato, él había estado viéndolas jugar y de lo más feliz, por qué tanto grito y molestia de repente, así no se juega, uno no está aquí para pasarla mal.  Las abejas tienen una habilidad especial de ayudar a los Olvidadizos a recordar, y es casi como si ellos lo supieran, pues normalmente los Olvidadizos las espantan. El zumbido de las abejas, ese idioma antiguo, tiene la habilidad de lograr que un Olvidadizo recuerde, por eso ellas muchas veces andan persiguiendo a los Mayores de 5 Años, es como una oportunidad que ellas les dan, y que raramente toman. Le susurran al oído detalles de La Gran Ciencia del Balance que vayan de acorde a la situación, y la repiten y la repiten y la repiten, hasta que, casi siempre, el Olvidadizo recuerda, aunque sea por unos instantes, a algunos les dura más que a otros. Subieron todas juntas y se le colocaron cerca de los oídos, de la cara, de la cabeza, en todas partes, estaba rodeado, se resistía tratando de espantarlas con las manos, pero ellas esquivaban y regresaban, en una combinación de determinación por que se le quitara la molestia que tanto detestaban ver mezclada con la atracción por el azúcar que todavía le quedaba en las manos. Repitieron y repitieron y repitieron lo siguiente, volando a su alrededor y esquivando su rechazo: “¿para qué estas molesto? ¿para qué estás molesto? ¿para qué estás molesto? ¿para qué estás molesto?

    Quizás pensaría uno que cualquier otra pregunta sería más útil que esta, pero a decir verdad, ellas escogieron sabiamente, a veces, nos enfocamos tanto en nuestras emociones, que olvidamos incluso qué nos llevó a sentirlas, y cuál era el propósito de sentirlas. El tiempo que tenemos es tan limitado, que vale la pena cuestionarnos cómo lo invertimos. ¿Cómo la pasa uno mejor? ¿Feliz o molesto? Casi toda decisión en la vida se reduce a dos opciones, una ligera y una pesada, una fácil y otra difícil, cada cual escoge la que más le conviene. Un niño y un Recordador, siempre escogerán la opción fácil, pues prefieren tomar las decisiones rápido para poder pasar al próximo juego, la vida se vive mejor jugando, y para eso, es importante pasar la página rápido. 

    Una de las abejas, cansándose de cuanto tardaba El Gigante en entrar en razón, fue valiente y voló directo a su oído y se quedó ahí, esquivando los manotazos sin alejarse. Le gritó tan alto: “¿para qué estás molesto?”, que el gigante supo exactamente dónde estaba y le dio un manotazo certero, tirándola al piso de un golpe. Mientras bajaba, casi en cámara lenta, todas las abejas gritaron al unísono: “¿para qué estás molesto?” Tan alto fue, que El Gigante salió del trance del olvido, y recordó todo. Justo antes de que la valiente abejita tocara el piso, El Gigante la agarró en el aire, evitando que cayera al piso, y pidiéndole disculpas casi llorando. 

    Ella sonrió y le dijo que no se preocupara, que ella estaría bien. Había caído justo sobre las cachispitas que quedaban de azúcar en su mano, estaba comiendo de lo más feliz. Las demás abejitas volaron mostrándole el camino al Gigante, lo dirigieron a un grupo de florecitas que estaba cerca de la fuente, y le enseñaron una flor más grande, que sería el perfecto lugar para la recuperación de la abeja. Estando frente a la flor, El Gigante titubeó para soltar la abejita, ahora quería cuidarla para que no le pasara nada nunca más. Augusto de un brinco cayó sobre la flor, y le dijo: “aunque quisieras, jamás le podrías garantizar eso a nadie, cada cual necesita vivir las experiencias tal cual llegan, divertidas o no”. Una vez más, el gigante primero lo miró triste, y la encerró entre sus manos, mirándola por un agujero entre sus dedos con ternura; y justo antes de molestarse, se preguntó: “¿para qué estás molesto?”, y se le quitó de inmediato, y soltó a la abejita. 

    26 de enero – 20 de marzo de 2020

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    Episodio 36: http://traffic.libsyn.com/bitacoradeaventuras/036_-_Un_Tesoro_escondido_a_simple_vista.mp3

    Episodio 37: http://traffic.libsyn.com/bitacoradeaventuras/037_-_Una_Toreada_para_Nada_Convencional.mp3

    Episodio 42: http://traffic.libsyn.com/bitacoradeaventuras/042_-_La_Sortija_del_Dragon.mp3