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086 – El Poder de Creación

    Historia Violeta

     

    Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado.

    Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas!

    Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa.

    Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día.

           Esta pasada semana fui visitada por La Muerte, la hermana gemela de La Vida, y como cada vez que me visita, me salí al jardín a mirar las plantitas. Hablando con ellas andaba, y recordé esta bitácora, que escribí el verano pasado, y que andaba esperando a ser contada… Historia violeta

    Bitácora de aventuras, edición el Poder de Creación:

    Historia Violeta

           Hace unos años mi mente se impregnó de la necesidad de sembrar. Era lo único que anhelaba, tener muchas plantas, cantarles y preparar la cena con ellas. No es que nunca me hubieran gustado, quizás fue más el por fin tener mi propio espacio y poder decidir lo que quería. Soñaba con llenar la terraza del apartamento que alquilaba de plantitas. Unos meses después, me mudé de allí, sin concretar ese deseo, aunque siempre se quedó presente. 

           Hoy sé que era Augusto susurrándome al oído que lo hiciera, que me traería felicidad. En esa época me creía demasiado ocupada, y no le hacía caso a todas sus sugerencias, como sí hago hoy. De haber entendido lo bien que la pasaría lo hubiera hecho antes, pero bien, la vida te manda todo en el orden adecuado. Todo empezó con 5 tiestos, hoy no cabe la gente en el balcón de tantas que son, pero así lo prefiero. 

           Con el tiempo me fui dando cuenta de la responsabilidad que conlleva sembrar un jardín, sobretodo si lo haces en un lugar en el que tu presencia es necesaria para cuidar de él, a diferencia de, digamos, un bosque, que se cuida solo. 

    Un jardín es una oportunidad. 

    De crear. 

    De hacer algo que no estaba, que no existía. 

           Un buen amigo siempre dice que es casi como ser alquimista, y no podría coincidir más con él. Es sembrar una chispa para hacer magia. 

           Mirando en retrospectiva, tener este corillo de plantitas cerca es lo que me ha ayudado a sobrellevar la pandemia y todos los cambios que han venido con ella. 

           Un jardín te ayuda a ver las posibilidades, a soñar con ellas. Al imaginarlas y soñarlas, inevitablemente, creamos esas posibilidades. Es una forma bien tangible de explicar nuestro poder creador, que podemos aplicar a todo aspecto de nuestra vida, aunque aun no lo podamos ver así. Desde niña le he cantado a las plantas, mi teoría era que me escuchaban y me entendían, hoy tengo una explicación que podría parecer más alocada, y es que hasta los tiestos escuchan esas canciones, y me ayudan a cuidar del jardín. Al final del día, según nos cuenta la física cuántica, todo en este mundo son partículas, y cada partícula se comporta según el espectador. ¿Qué diferencia habría entre una "viva" y otra que ante nuestros ojos no lo está?

           Quizás estoy loca, quizás no, pero si algo te puedo asegurar, es que soy una loca feliz, y que estoy decidida a que mi mundo y mi realidad sean lo que me dé la gana que sean. Como mi jardín. 

    1 de agosto de 2020 / 19 de junio de 2020

           Siempre que alguien está enfermo o tiene alguna petición, tengo la costumbre de sembrarle una plantita, ponerle su nombre, y enviarle todo lo bueno a la persona, a través de mis cuidados a ella. Hace dos semanas me volví loca sembrando albahacas, quizás en mi misma desesperación de no saber cómo ayudar a una familia muy hermosa que conozco, y a varios de sus miembros, que luchaban por sus vidas en el hospital a causa de complicaciones por el virus. A diferencia de otras veces, ninguna semilla brotó de inmediato. Eso me desesperó más, y sembré más. Decidí parar, y darles tiempo. Seguí saliendo a cantarles y darles amor, para que ellas lo devolvieran, con la esperanza de que tuvieran más tiempo con nosotros. Dos de ellos ya no están en este plano, y justo el día que se fue el primero, vi los primeros brotes de las nuevas albahacas. No era que no me escuchaban, simplemente no era lo que tocaba, y nos toca a los que nos quedamos aceptarlo, y continuar. Siempre es difícil una partida, pero me consuelo pensando en lo que siempre dice Augusto: La Muerte es la hermana gemela de La Vida, son casi lo mismo, pero al revés. Algún día, los alcanzarás al otro lado. 

    Dentro de dos semanas te cuento otra historia, mientras tanto, puedes conectar conmigo la próxima semana en Sanando con tu Duende, un espacio para la sanación cuántica. Un podcast en el que te cuento lo que me enseña mi duende Augusto a través de nuestras sesiones de sanación.

    Si me quieres ver antes, te espero el miércoles a las 12 PM hora de Puerto Rico, a través de nuestro canal de YouTube y en Instagram, en una sesión en vivo en la que podrás hacerle tus preguntas a Augusto, y de paso ir aprendiendo a conectar con tu duende. Sí tienes un duende.

    Te recuerdo que junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias.

    En las notas del programa te dejo todos los enlaces, para que puedas reservar tu sesión, y visitarnos en nuestros otros espacios. 

    https://linktr.ee/natalita_

    Nos veremos otro dia que no sea hoy.

    ¡A dormir!