Skip to content

055 – Las voces tal cual vinieron

    Historia Chinita

    Hace un tiempo, mi mamá me vio salir al trabajo y me cuestionó por un lazo y un traje que tenía puesto (ya no me dice nada, creo que se cansó de verme sonreír y decir que me gustan). A mi me dio bastante risa, yo uso lo mismo para cualquier sitio y situación, no me importa mucho si a alguien le gusta o no, y debo confesar que a estas alturas me divierte ver las reacciones en los demás cuando llego de lo más feliz con mis trajecitos de niña feliz y cómoda.  En el restaurante, más de una vez me tocó atender a personas que me ha trataron como poca cosa, solo porque me consideraron infantil por mi apariencia. A mi, fuera de molestarme, me resulta un reto eso de hacerlos quedar mal demostrándoles que si me lo propongo puedo ser grande y seria (aunque no lo parezca).  

    Claro está, no siempre fui así, todavía me recuerdo yendo a la oficina los primeros días hasta en tacos (que los detesto, son incómodos y camino como una anormal con las piernas abiertas y tambaleando). Poco a poco fui bajándole dos, hasta que me iba en tennis, cargaba los tacos en la cartera y me los ponía en el ascensor antes de entrar a la oficina (hoy ni siquiera tengo tacos). Podría parecer una estupidez, pero ese tipo de “impresiones” que la gente quiere causar en los otros utilizando su apariencia puede ser hasta peligroso, como dicen en la calle,  los verdaderos delincuentes usan corbata y traje. Así que entiendo yo que es momento de empezar a fijarnos en las cosas que de verdad importan, como el carácter de una persona.

    He visto personas caer en la trampa (a mi incluida), de que uno no debe hacer algo que le gusta o que quiere hacer hasta que sea bien visto, o hasta que ya esté bien preparado académicamente, o hasta que ya tenga experiencia laboral, o al revés, dejar de hacerlas porque ya se nos fue el barco,  y mil auto excusas que nos inventamos; y a veces me pregunto si algun día nos vamos a quitar todos la venda. ¡Que nos mienten puñeta! ¡Que es mentira todo! ¡Que no hay que esperar por nada ni por nadie! Para hacer algo, lo único que hace falta es tener las ganas de hacer algo, y si no es así, ¿quien carajo le enseñó al primer rey a ser rey? ¿o al primer arquitecto a ser arquitecto? ¿o al primer abogado las leyes?  Aquí no había nada de esas mierdas, todo son inventos de nosotros mismos. ¿Y quién dice cuando dejamos de inventar? Que se vayan pa’l carajo to’s a decir esas mierdas, que solo sirven para causar inseguridades y aguantar al que quiere hacer algo diferente. Es más, si nos da la gana, hasta un país nuevo podemos formar, pero eso para otra bitácora.

    En cierto punto me dije a mi misma “quisiera poder aplicar mi impulsividad a cada aspecto de mi vida”, y en esas ando, dejando los miedos de aceptación, y tirándome de casco con todo a ver que pasa.  En todo lo que hago hoy en día, una de las cosas que me meto en la cabeza, es que uno se tiene que dejar ver tal cual uno es, no hay que parecerse a nadie, ni seguir ninguna regla, aceptando nuestras debilidades, y reconociendo que, bien dirigidas, nuestras debilidades pueden ser nuestras mayores fortalezas. Mi poca formalidad y utilización de lazos en la oficina, un día nos ganaron un buen cliente, aunque todo el mundo estaba a punto de matarme por mi papelón de honestidad extrema (historia digna de tener su propia bitácora). Cada cual tiene su magia, su estilo, su forma. Quizás uno de los primeros momentos en los que decidí no hacer mucho caso a lo que se “debía hacer” y lo hice como quise fue mi tesis, en la que escribo como si estuviese hablando con mis panas en lugar de como académica.  Al principio lo intenté, pero las ideas no salían, y me trancaba cada tres líneas, y justo ahí decidí decirle al profesor “te prometo que todo será inteligente aunque suene informal e infantil, no puedo escribir de otra manera”, y así fue, o eso quiero pensar.

    En cada nueva aventura en la que me embarco como me da la gana, me pregunto: ¿qué es lo peor que puede pasar? Que me vaya mal, y si decido que no me fue bien, vuelvo al método tradicional, y ya está. ¿Y si me sale bien?  Quizás pueda, a través de mi experiencia, enseñarle algo nuevo a alguien mas que qui6zas se limitaba de su sueño por condiciones parecidas a las mías.

    6 de junio de 2018

    Creo que todas las criaturas, en un punto u otro, se salen de la norma y, al menos para mi, eso es lo que le da sazón a nuestros días. Lo inesperado, que solo se logra rompiendo un par de reglas. 

    Y tú, ¿qué haces como te da la gana? ¿Me cuentas?

    Búscanos en las redes sociales, en Facebook como Bitácora de Aventuras, en Instagram como mini bitácora de aventuras, o pasa por  https://bitacoradeaventuras.com/cuentamelo-todo/ 

    Si te gustan las historias que contamos, date la vuelta por itunes y regálanos tus 5 estrellitas, y si crees que a algún amigo le van a gustar, mándalo pa’cá. Nos veremos otro día que no va a ser hoy, a dormir.