Skip to content

001 – Les sigo contando

    Bitácora de Aventuras, edicion, les sigo contando:

    Cuando leí El Principito por primera vez, solo se me quedaron en la cabeza tres temas principales: “mira, no soy la única niña insistente y preguntona”, “sí, se puede vivir en un planeta sola con una flor” y “ay, no se dibujar tampoco”.  El “ay, no se dibujar tampoco” en realidad creo que fue más un “mis dibujos no son tan buenos como los de mis compañeros del salón, mejor no dibujo más”. Unos 7 años después entré a la universidad, irónicamente, a una disciplina en la que básicamente tu trabajo depende de dibujar tus ideas. Me encantaba imaginar los espacios en los que estarían las personas, ventanas, no ventanas, escaleras, rampas, doble altura, había tanto para escoger, era tan divertido.  Claro, era divertido mientras me paraba frente al papel en blanco sin tocarlo y sintiendo que todo estaba hecho, porque en efecto estaba hecho, pero solo en mi cabeza. Recuerdo (ya hoy con ternura más que otra cosa) la frustración del momento, de finalmente poner la mano sobre el papel y empezar a dibujar, que solo yo en mi cabeza lograra ver las construcciones y escuchar frases como “ahí no hay nada”, “eso no sirve”, “deberías aprovechar la tarde y darte de baja, no sirves para esto”, y cosas por esa línea. Claro, que soy una maldita orgullosa de mierda, y cuando me decían eso al otro día llegaba con los dibujos traducidos “para Mayores de 5 años ” y, aunque no fuera la más talentosa del grupo (que la verdad ni lo fui mientras estuve allí, ni ha sido una mayor preocupación después de graduarme) lograba darle daba la vuelta a todo y al final terminé la carrera. 

    Unos 15 años después de la universidad, y más o menos 20 después de leer el libro por primera vez, hablando sobre unas ideas para el libro online (que llevo unos años escribiendo), me escuché a mi misma y me dije, pendeja, no has superado el miedo a la página en blanco y continúas con tu “ermitañez” (aunque al menos ya aprendí que no es tan fácil vivir en un planeta sola con una flor).  Esa misma noche, empecé a hacer los dibujitos que hoy acompañan a las historias que estoy por empezar a contar, unos meses más tarde comencé a leerlas en un app de grabación que bajé al celular, y hoy le di click a “post” (un paso pequeño para mis deditos, pero gigante para los ermitaños).

    Siempre me ha gustado la idea de que un mundo gigante habita en la cabeza de cada persona, y que cada cual da y recibe información a su manera, así que, aunque la idea original era contar historias escritas, y después llegaron los dibujitos, se me ocurrio que quizas alguien querría escucharlas en lugar de sentarse a leer. Y por ahí va la cosa, a paso lento pero seguro.

    29 de octubre de 2019